miércoles, 10 de septiembre de 2014

La lengua de la mariposa.


Me siento sobre la luna contemplando mi alma morir lo mismo que las olas.
Lamen mis mejillas lágrimas de rocío que regaron los jardines de la incertidumbre y el despecho.
Juré cerrar para siempre las ventanas pero las abro a escondidas para exhalar la humedad de mis pulmones.
Y mientras más fuertes son mis gritos,
estoy segura de que tú jamás llegarás a escucharlos a través del nacar que crece en las paredes de tu habitación.

En el salón revolotean mariposas monarca,
me pregunto ¿qué sucederá cuando las hadas se quiebren una a una como la que colgaba sus piernas al aire desde el balcón?
Intentando evitar que el gato suba a lo alto del escritorio para no devorarlas,
me siento sobre la luna mientras  estiro una mano intentando en vano evitar que mis sueños se caigan del manzanal.

Recorto fotos insensatas para mi collage de inmaduro romanticismo,
de las cuales los modelos me preguntan ¿no eres demasiado mayor para estas cosas?
También para entregar cartas en forma de corazón, les respondí.
Las plumas de colores escucharon y el ego les pinchó de tal manera
que cuando intenté volver a escribir con ellas, las letras se habían ido a vivir entre relatos de desamor e ilusiones sin cumplir.

¿Si hubiese sido yo la sirenita habría asesinado al príncipe por su traición?
La lengua de la mariposa no visita mi botón de rosa desde hace 5 meses,
¿se habrá mudado a un tulipán, a un girasol o a una rosa más pomposa tal vez?
Sentada sobre la luna lloro ácido para que vengan las estrellas y me besen en la boca.

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